Quiero expresar en primer lugar mi agradecimiento a Vuestra Majestad por haber aceptado el Premio de Convivencia con el que anualmente la Fundación Profesor Manuel Broseta quiere reconocer a quien se ha distinguido en la defensa de los valores de libertad, igualdad, pluralismo, tolerancia y, en definitiva, de convivencia para la Fundación y desde luego para los valencianos, es un inmenso honor que hayáis venido a Valencia para recibir este merecido premio que ha otorgado un jurado al que en nombre del Patronato y en el mío propio quiero expresar públicamente mi gratitud por el acierto de su decisión.
Tomo la palabra por primera vez como presidente de la Fundación Profesor Manuel Broseta en esta solemne ceremonia de entrega del Premio de Convivencia y lo hago como podrán comprender muy honrado, profundamente agradecido y con alto sentido de la responsabilidad. No podía ser de otra forma puesto que me siento muy unido y comprometido con esta Fundación a la que he pertenecido desde su creación y porque me sentí también muy unido a quien le da nombre, a mi respetado profesor primero y querido amigo después, Manuel Broseta Pont.
Pero antes de continuar deseo expresar ante ustedes el reconocimiento a Rafael Ferrando que ha presidido la Fundación en los últimos años durante los que su dedicación ha sido desinteresada y eficaz y a ella deseo dar continuidad.
La Fundación Broseta nació para honrar la memoria de tan ilustre valenciano, destacado jurista, y político ejemplar que dio testimonio de su capacidad de persuadir al ser elegido para presidir la mesa de fuerzas políticas y sindicales de oposición a un régimen autoritario en busca y en lucha por la democracia. Por una democracia y por unos derechos y libertades como los que hoy gozamos.
Hace 27 años Manuel Broseta fue asesinado por la banda terrorista ETA cuando se dirigía a dar clase en la Universidad. Cada año que asisto al homenaje que le rendimos donde cayó abatido me estremezco reviviendo, como si hubiera estado presente, aquel fatal momento. Son las secuelas del pavor con que suelen obsequiar los terroristas.
La sociedad valenciana quedó fuertemente impactada y por ello, diversas personalidades procedentes del ámbito empresarial impulsaron la creación de una fundación para mantener viva su memoria, y para fomentar los valores que habían presidido su trayectoria vital y profesional: pluralismo, diálogo y tolerancia. Pero también para dignificar no solo su figura, sino a todas las víctimas del terrorismo. Siempre hemos querido rendirles un sentido homenaje de gratitud y respaldar, acoger y abrazar a sus familiares y más cercanos amigos.
Y por eso pedimos a nuestros gobernantes que bajo ningún concepto dejen de reconocer las legítimas demandas de las víctimas del terrorismo que nunca han pedido venganza pero que exigen, con la legitimidad que les proporciona su drama personal, el estricto cumplimiento de la ley que jamás debe ceder cuando no se observa ni un solo gesto de colaboración, de perdón o de arrepentimiento por quienes tanto dolor personal les infligió y tanto daño causaron a la sociedad española.
Como advirtió Karl Popper, si concedemos a la intolerancia el derecho a ser tolerada, destruimos la tolerancia y el Estado de Derecho (En busca de un mundo mejor).
En estos 27 años de existencia la Fundación ha trabajado con intensidad para difundir esos valores que hoy están de plena actualidad.
Acabamos de celebrar el XL aniversario de nuestra Constitución, de la Constitución de la Concordia como la bautizó nuestro paisano e insigne jurista Emilio Attard.
Una Constitución que restableció la democracia, reconoció los DDFF y las LLPP, propició la superación del viejo y dramático dilema de las dos Españas y promovió la reconciliación entre todos los españoles de cualquier signo.
La Corona no ha sido ajena a este proceso de democratización de la política española y si desde la restauración de la monarquía en 1975 impulsó el proceso democrático, durante todos estos años los españoles hemos percibido el respaldo de la más alta magistratura del Estado en la defensa de los principios democráticos…
Hemos vivido un periodo de cambios vertiginosos y de grandes transformaciones como la propiciada por la vigencia de la Constitución, el desarrollo económico tendente a la prosperidad y a la solidaridad y la construcción de un sistema de articulación territorial que ha propiciado un marco de convivencia en la España plural.
En este proceso el Rey ha sido un factor de confianza, de sosiego y de estabilidad que el pueblo necesitaba.
Nuestra moderna democracia está indisolublemente unida a la monarquía parlamentaria y la figura del Rey se erige como su más decidido defensor, desde las funciones que tiene encomendadas como árbitro y moderador del funcionamiento regular de las instituciones. La monarquía aúna tradición, presente y futuro. Y a la legitimidad histórica y dinástica se superpone hoy la legitimidad democrática que es la que da sentido a la Corona
La moderna monarquía parlamentaria está asentada en la Constitución emanada del pueblo y de la que deriva una exigencia de defensa de sus preceptos.
Y en este contexto, Majestad, habéis salido, cuando ha sido necesario, en defensa del orden constitucional establecido -como ya hizo vuestro padre en 1981- cumpliendo estrictamente con las obligaciones que la Constitución os impone.
No olvidemos que el art. 9 de nuestro Texto Fundamental prescribe que los ciudadanos y los poderes públicos, están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico. Los ciudadanos y los poderes públicos. También la Corona. Y por ello, habéis estado a la altura de las circunstancias expresando en reiteradas ocasiones una actitud decisiva en orden a garantizar la aplicación efectiva de la Constitución, la soberanía e independencia de España y la integridad territorial del Estado.
Y fortaleciendo el Estado que, como señaló Adolfo Suarez -en la sesión plenaria de aprobación de la Constitución- ha de ser fuerte para defender a sus ciudadanos de sus enemigos interiores y exteriores, y para garantizar su propio ordenamiento constitucional
La integridad territorial del Estado desde la pluralidad que ofrece nuestra particular forma de Estado -el Estado autonómico- cuya descentralización política es la mejor forma, por no decir la única y necesaria, de asegurar y garantizar la unidad de la Nación española, unidad que ha quedado solidificada del reconocimiento de la diversidad de los pueblos que componen España.
En definitiva, Señor, habéis defendido la democracia y la convivencia, desde la legalidad constitucional. Como apuntó nuestro paisano Juan Luis Vives: todos los bienes florecen si las leyes están en vigor En cambio, si se debilitan y caen, nada aguanta en pie ni un instante (El templo de las Leyes).
Por ello no podemos más que sentirnos orgullosos de vuestra acción en defensa de la legalidad, en defensa de la Constitución y de los principios y valores que alumbran nuestro ordenamiento jurídico y que han propiciado la convivencia pacífica entre todos los españoles.
Y por ello, la Fundación Profesor Manuel Broseta, y con ella su Patronato, tan representativo de la sociedad valenciana, quiere rendiros un sentido homenaje y expresaros su agradecimiento por vuestro compromiso constante y permanente con la democracia y la libertad, con la convivencia, y, en fin, con una sociedad por la que sin duda luchó y dio su vida Manuel Broseta Pont.